Desaparecer la impunidad: larga lista de lo no concluido

“Nunca me fue tan necesario como hoy el tener salud, corazón y juicio; hoy que hombres sin juicio y sin corazón conspiran contra la salud de la Patria.” — Juan Pablo Duarte, carta a F. M. del Monte, Caracas, 1865.

El presidente Luis Abinader proclamó esta semana en LA Semanal con la Prensa: “no aceptamos actos de corrupción” y “vamos a desaparecer la impunidad”. Suena heroico en titulares y conveniente en la coyuntura, pero al contrastarlo con los expedientes vivos desde 2020, la foto es menos épica: abundan anuncios y espectáculos en el Ministerio Público, pero escasean las sentencias firmes y las recuperaciones efectivas con nombre y monto.

SeNaSa, INTRANT, INABIE, jeringuillas sobrevaluadas, la Lotería Nacional y casos emblemáticos como Antipulpo, Coral, Medusa y Falcón están en tribunales, pero el saldo real sigue siendo aplazamientos, dilaciones y arreglos de aposentos.

Mientras tanto, la percepción internacional coloca al país con 36/100 en el CPI 2024, en el puesto 104 de 180 naciones. Se vende un discurso de transparencia mientras la impunidad sigue respirando en los pasillos del poder.

No es la primera vez que vivimos este teatro.

En 1996, Leonel Fernández denunciaba antes de ser presidente que la corrupción “se llevaba” RD$30 mil millones al año, más que el presupuesto nacional que apenas era de RD$26 mil millones, y luego como gobernante prometió: “en este gobierno no habrá ni un solo corrupto… porque lo vamos a siquitrillar”. En 2016, Danilo Medina preguntó con cinismo: “¿Cuál corrupción?”. Y en 2025, Abinader promete que la va a “desaparecer”. Tres décadas, tres frases y un mismo resultado: el sistema sigue intacto.

Lo más doloroso es que todos los gobernantes que han representado esta partidocracia han actuado con cinismo y burla frente al pueblo dominicano, repitiendo promesas que nunca cumplirán mientras blindan los privilegios de sus círculos de poder.