No debe sorprender reconocimientos a RD de FMI-BM, CEPAL y FAO

POR PEDRO CABA

Rajiv J. Shah, director por 5 años de la desaparecida USAID, explica en la publicación del semanario de The New York Times que reproduce el Listín de este sábado, el por qué las políticas públicas de la administración de Abinader y su PRM gozan de una popularidad cada vez más incomprensible para la oposición.

Por la experiencia acumulada de este cientista social el subsidio a la energía a los más necesitados, el desayuno y almuerzo y transporte escolar, el transporte subsidiado, la salud asumida por el Estado para los más pobres y las ayudas directas monetarias para los pobres de solemnidad es lo que debe marcar el siglo XXI. Con el beneficio, dice, de que contribuye al desarrollo económico general.

Shah, que ahora es presidente de la fundación Rockefeller de Nueva York, sostiene en su trabajo que varios países del Tercer Mundo ya no dependen únicamente de la ayuda exterior de los países ricos para enfrentar la desigualdad social, sino que aplican políticas públicas específicamente diseñadas para combatirla. Por lo que afirma líderes de Africa, Asia y Latinoamérica actúan en consecuencia, aplicando “algo nuevo”.

“Están asumiendo la responsabilidad del desarrollo de sus propios países, buscando maneras de aprovechar las nuevas tecnologías y, lo más importante, fomentando la inversión privada que por mucho tiempo ha sido el mayor reto para el desarrollo. Sus iniciativas están conformando una manera de ayudar a los vulnerables que será más sostenible en el siglo XXI”, dice.

Por eso recuerda que si bien desde hace 80 años los países ricos dispusieron de ayudas para elevar la dignidad humana de los países menos favorecidos “con el tiempo el apoyo de los donadores y el apoyo público a las instituciones internacionales resultó insuficiente, “pero los proyectos de ayuda siguieron dependiendo de ellas”.

“Con el desfinanciamiento de ese sistema durante los últimos años, se ha revelado una nueva forma de promover la dignidad humana”, precisa Shah, cada vez más liderada por los países en desarrollo no por los donadores.

Entre esas acciones cita el “acceso a la electricidad, que mejora el crecimiento económico y la calidad de vida de muchas maneras. Aprovecha las nuevas tecnologías: los chatbots de inteligencia artificial que enseñan a los campesinos nuevos métodos, sistemas de almacenamiento de baterías para permitir uso de energía limpia y terapias farmacológicas”, dice, y subraya que “este modelo utiliza capital filantrópico para comenzar, atrae inversión privada y compromete a los propios países a inversionar a largo plazo”.

Gobiernos africanos, asiáticos y latinoamericanos se reunieron el mes pasado en Brasil para decidir una de las maneras más eficaces de salvar a los niñes del hambre: las comidas escolares, que también mejoran el aprendizaje y la asistencia de los estudiantes, a la vez que crean empleos para cocineros y proveedores de alimentos y generan una demanda predecible para los campesinos, según reporta.