Este es quizás, el asunto mas incómodo de tratar en público; porque mucha gente imagina que todo empezó aquel fatídico 7 de noviembre de 2023 pero, el mundo entero sabe que la confrontación entre judíos y árabes se viene incubando desde que “las aguas del famoso diluvio aquel, volvieron al nivel que siempre tuvieron”.
Es muy cierto, que las tribus de Medio Oriente han estado peleándose entre sí desde siempre. Y que los judíos en particular, han guerreado contra los pueblos hostiles, contra los romanos y hasta entre ellos mismos, tal y como nos cuenta Flavio Josefo, el distinguido historiador judío, que sucumbió ante Vespasiano y para preservar su vida renegó de Israel.
Incluso, muy a pesar de las “buenas” intenciones de la ONU cuando repartieron -entre judíos y palestinos- los viejos terrenos de Palestina y Judea en 1947 y de lo diligentes que han sido las potencias mundiales en la búsqueda de una solución “amable” al problema; está claro que ni los judíos ni los árabes podrán convivir en paz mientras exista el Estado de Israel.
Con un escenario así, es muy poco probable que alguna vez se pueda hablar de paz duradera en la región.
El grupo Hamás, sin embargo, entró a la escena hace unos escasos 40 años. Y no siempre ha estado contra Israel, que en sus inicios lo apañó, para enfrentar a Yaser Arafat y su (OLP) Organización para la Liberación de Palestina.
Analistas históricos consideran que ese ha sido uno de los escasos errores tácticos de los judíos que -en cierta forma- prefirieron la muerte de Arafat, el único líder genuinamente pacifista de la región, aun y cuando nunca la promovieron.
El caso es que la encrucijada en que se encuentra Israel hoy es la mas compleja de su historia, desde que la ONU emitiera su famosa Resolución 181, que repartía las antiguas Palestina y Judea, al tiempo que “decretaba” la creación y reconocimiento de los nuevos estados de Israel y Palestina.
Israel aceptó la célebre resolución 181 de la ONU y el 14 de mayo de 1948, contra viento y marea, se dispuso a “refundar” el estado que su rey David, iniciara en el año 970 aC, previo a su abdicación del trono de Moisés en favor de su hijo Salomón, como relata la tradición y las escrituras sagradas.