La temporada estival de senderismo en los Alpes franceses justo acaba de empezar, pero los refugios de montaña ya se están quedando sin agua tras la ola de calor de junio que aceleró el derretimiento de la nieve y de los glaciares.
«Todo se ha secado», asegura Noemie Dagan, quien cuida el refugio de la Selle, ubicado a una altura de 2.673 metros en los Ecrins, un gran macizo mineral coronado por dos majestuosos picos de más de 4.000 metros.
El campo de nieve que suele abastecer de agua su chalet de 60 camas ya «se parece un poco» a cómo se ve «a fines de julio o inicios de agosto». «Estamos casi un mes adelantados en cuanto al derretimiento de la nieve», lamenta.
El refugio, que carece de un tanque, depende del agua que fluye desde la montaña. Si ésta se agota, tendrá que cerrar, como ya ocurrió a mediados de agosto de 2023.
Las alternativas de Dagan para evitarlo incluyen tuberías de plástico de un kilómetro de largo, instaladas con dificultad, para recolectar agua de un glaciar cercano al Pic de la Grave.