¿En realidad es beneficioso comerse la placenta?

Consumir placenta puede no brindarte los beneficios para la salud que algunas personas quieren hacerte creer, pero, según The Conversation, usarla como apósito podría hacerlo.

La placenta es un órgano que se crea durante el embarazo y que proporciona nutrientes al feto en desarrollo a través del cordón umbilical. Suele ser grande y relativamente plana, compuesta por vasos sanguíneos, células madre e inmunitarias, y colágeno.

No resulta particularmente apetecible para la mayoría de las personas, y quienes han comido placenta suelen mencionar un sabor u olor desagradable.

Sin embargo, a principios de los años 2000, la práctica de que las madres comieran su placenta tras el parto, alegando beneficios para la salud y la mejora del estado de ánimo, ganó atención en los medios.

Esta tendencia generalmente implica encapsular la placenta para tomarla como píldoras, e incluso hay empresas que venden productos personalizados o kits para hacerlo uno mismo en línea.

Si bien algunos mamíferos comen su propia placenta debido a recursos nutricionales limitados en la naturaleza, los beneficios que los humanos podrían obtener al comerla no están claros.

Si se hierve y deshidrata, los componentes útiles de la placenta pueden alterarse y reducirse. Si se consume cruda, pueden quedar patógenos en la superficie.

En 2016, después de que un recién nacido fuera hospitalizado varias veces por una infección posiblemente relacionada con la ingestión de placenta por parte de su madre, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) recomendaron evitar el consumo de cápsulas de placenta.